A mi tortura, perdón, locura.

Acto único: La locura se viste de dominus. La esquizofrénica se enamora de él.

Miro hacia atrás y recuerdo
haber escuchado ese sutil nombre,
ese ángel que me alejó de mí.
Pidió que amara la eterna esencia
que dejó bien guardada en mi cerebro holístico.

La valentía del valiente ya no es tan lenta.
Tenías razón, aprendí a amarte;
pero eterno frenesí de pasiones,
tormento de placeres y quereres,
ya no puedo ser de ti.

Giro 180º en la redoma del sitio aquél
donde se mantienen guardados mis miedos,
y siento compasión por mí.
Lloro y sufro en silencio,
porque ya no puedo más, me enamoré de ti.

Busqué mirando abajo
Alguna cosa que no sé qué fue.
Y tal vez en un segundo perdido
encontré la distancia en mi madurez;
jé... eso maltrata mi pensamiento, lo sé.

Todavía debo decirte querida Locura,
que descubrí en el campo bajo mis pasos
relámpagos verdes de lagartos en el sendero.
Y me detuve a interrogar todo aquel bullicio de alas
que están dentro de mí, si sólamente te pienso.

Descubrir esa deliciosa gana que no sé qué es
y reconstruir mi ilusión partiendo de ti,
me hace fantasear tantas pequeñas historias
que después quizás se quedan en mí,
como estremecimientos de lúcidas memorias.

¡¿Por qué?!

Es como volver a sentir
a lo largo de toda mi piel
las supernovas de las estrellas.
Y descubrir cómo tu dolor sin entender,
envuelve mi emoción, hasta que muero por ti.

Siniestra Nostram.