Llamados de Gaia.

Encuéntrome hace años escribiendo estos patéticos fragmentos en una inspiración malvada de poema. Digo malvada, porque sinceramente, ésta es la peor mierda que he escrito hasta ahora, (risas). De todos modos no tengo nada que perder, quizá sólo unos ojos desorbitados por parte de algún lector que curioso entre a leerlo. Sí, es factible que sienta tanta repulsión que no se aguante las ganas de escupir involuntariamente la pantalla.

Bueno, heme aquí:

Me sú rá rá... Me sú rá rá...

Andemos, vamos,
aún queda noche por disfrutar.
Ven conmigo, siénteme,
estaré a tu lado
cualesquiera sea tu lugar.
¿No lo ves?
Estás dentro de mí
y así te guste o no,
yo soy tu única verdad.
Respétame, ámame,
considera mi estrato social
y conscientiza a los demás
con sus tactos malvados
que hoy, consciente,
a ti, y sólo a ti,
te hacen llorar.
Captaste el mensaje,
¿adónde iré a parar?
Con tanto simio que me dan, en pesar,
pues la verdad, esa no era mi verdad;
y sé que el juego me salió mal.
Pero ahora, que el justo me destruye
sin ni siquiera un bastar...
Tú, hija, no contribuyas más,
sea lo que sea que quieras
no me friegues la vida;
por favor, no me la dañes más.

Sí, lo he sabido,
tu fracaso a la bondad la he aprendido,
pero sin darme cuenta
mi juego también salió mal.
Me aferré a un vicio,
o a muchos, la verdad.
Y te amo tanto que sufro
por tu dolencia en precaria calidad.
Pero, ¿cómo hago?
Si todos te saben mal;
Inclusive siendo parte de ti
nadie me comprenderá
más que en el sentir
de un profundo irrespetar;
vamos, de eso nadie podrá dudar.
Todos los deseosos lo sabían,
más a sabiendas destruirían tu caminar.
Temo en dos años perder mi pluma
con la cual echar a volar.
¡Qué tanto te amo!
Tanto, que hoy pensando en ti,
sí que me he echado a llorar.
Pero nadie, Tierra de hojas tiernas
hasta en otoño con su marchitar,
hará algo mejor por ti,
así que te prometo que
dentro de dos años dejaré de fumar.
Ganaré un pulmón
que sólo tú me regalarás,
con el poco oxígeno
que en otras tierras iré a buscar
y que poco a poco, me inyectarás.
Pero prométeme más serenidad,
porque te veo, mundo,
y lo que me generas hoy
son ganas de vomitar;
has decaído, no has sabido jugar.
Y tú también me has herido
con la clase de gente
que permitiste en ti habitar.

Siniestra Nostram.