MUERTE A OPHIDIA ECHIS VIPERINAE.

Eso es lo que deseo
el inferno es poco para ti
ni los demonios te respetarán
porque eres víbora corruptora
guadaña en hocico de animal
arrastrado, traicionero y sigiloso.
Cómo te odio, víbora,
eres la soberbia hecha serpente
maltratadora ambiciosa, pisa pasos
de otros... Porque con mis ojos te he visto
y yo siempre tu conejillo de indias
o saquito de boxeo habitual.
Te tragas los gusanos que se pudren en tu boca
cada vez que balbuceas, destruyendo vidas inocentes,
con tus golpes, con ganas y bien asentados.

Te odio, cómo te odio, ¡oh!
Te lames tu fétida boca
y haces las veces de que vomitas,
pero no... Yo sé cómo eres, víbora,
manipuladora y traicionera: Que te arrastra.

Hasta cuándo la voy a tener cerca
rondando la redoma de mi poca tranquilidad
dentro de mi esfera, burbuja, lo que sea,
es igual... Porque ella siempre está, y yo ya estoy verde.

Ya basta de tanto crimen de tu parte,
sauropsida repudiada por tu verdad,
te haces la loca, ja, ja, ja; ésto es demasiado ya
mejor que te enteres, porque estando frente a mí
de muy cerca, más aún, cuando te vea a los ojos
y me puedas mirar, te lo aseguro, que ya me cansé
en ese momento de frente (a diferencia de ti, yo no doy por detrás)
te voy a asesinar, maldita indigna insolente,
y luego te voy a disecar
y portaré un bolso valioso
para mi victoria de haberte aniquilado
porque no hay duda
porque no soy sólo Yo
somos cien, un millón, cincuenta mil,
los que te odiamos.

Muérete.

Siniestra Nostram.