CRÓNICA ROSA

Ayer,
fue el día de rigurosos interrogatorios
Exhaustivos, expansivos,
porque teníamos una mente fermental.
Ayer,
la espectacularmente prófuga
pasó a ser parte de la crónica rosa
dando un traspié, en circunstancias de lo cual,
se le escapa un silencio
cómplice en ocultar un cuantioso matute.
Ayer,
protagonizamos una violenta colisión,
-siendo como soy-,
poseedor de profusos antecedentes,
mis miradas merodeaban en actitud sospechosa
y se cruzaron con las de ella
por cuestiones de momento.
Con frío cinismo nos besamos
y sus labios quedaron plenamente identificados
en un voluminoso prontuario
y pruebas de lápiz labial.
Sobrevino luego un incendio de proporciones,
es decir,
que se extrae de entre las ropas el amor y las manos
moviéndose los dedos
como individuos que andan de beberaje.
Se procede a las arduas pesquisas:
decúbito dorsal
decúbito ventral,
donde los cuerpos fueron fuentes bien informadas
luego de lo cual,
el caso volvió a fojas cero.
Tras una inacabable despedida,
ayer,
ella se perdió tomándose las de Villadiego
en una unidad del transporte capitalino.
Yo a mi vez,
cargando aún en mis sentidos los tortuosos detalles,
móviles de añejo origen vindicativo,
cansado, sonriente y enamorado
finalmente,
puse pies en polvorosa.

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